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Cultura de Castilla y León
Cultura de Castilla y León
18 de diciembre de 2013
2 de febrero de 2014
De martes a sábado, de 11:00 a 14:00 y de 17:00 a 21:00 hrs. Domingos, de 11:00 a 14:00 hrs. Domingos tarde, lunes y festivos, cerrado.
Todos los públicos.
Gratuito
Exposición
Instituto Municipal de Cultura y Turismo del Ayuntamiento de Burgos
Teatro Principal
Plaza del Mío Cid, s/n. C.P.: 09003 Burgos.
http://www.aytoburgos.es/direcciones/teatro-principal
Ayuntamiento de Burgos
¿Cómo algo tan particular en el tiempo (siglo XVIII) y en el espacio (Reino de las Dos Sicilias y, más concreto la ciudad de Nápoles) llega a España?
Nos remontaremos al primer belén, nacimiento, pesebre o “presepi” del que se tiene constancia; en el pueblo de Greccio en el año 1223, un humilde fraile (que luego sería San Francisco) decide representar una escena viviente de lo que sucedió en Belén tal como lo narran los evangelios y decir la misa de Nochebuena en una gruta, rodeado de aldeanos, en medio de dicha representación.
La tradición iniciada por San Francisco es perpetuada por franciscanos y clarisas que, como algo suyo la adoptan. Así van comprendiendo lo que es “el Bien” al ver figuras bellas en forma de ángeles dulces, vírgenes casi niñas, rústicos inocentes, los reyes magos cargados de misterio…
Pero también figuras feas, grotescas como es el demonio, que aparece debajo de la gruta hasta el siglo XVIII, representando la lucha y el triunfo del “Bien sobre el Mal”.
En la ciudad de Nápoles la tradición llega a las mansiones de los nobles, naciendo así la tradición de poner un belén en las casas…
Se encarga a los mejores escultores la representación del misterio de la Navidad, pero con la particularidad de que en este belén cortesano no se representa el Israel del siglo I, sino el Nápoles del siglo XVIII, con sus escenas costumbristas y sus tipos populares, el lujo desbordante del cortejo de los Magos.
Otra particularidad del Belén Napolitano, es que la gruta, cueva o establo donde nace el redentor del mundo, es siempre la ruina clásica de un templo romano, representando la decadencia de las religiones antiguas (principalmente la romana), y el nacimiento de una nueva religión, el cristianismo.
Cuando el futuro Carlos III de España se ciñe la corona del Reino de las Dos Sicilias, se encuentra con el momento de máximo esplendor de dicha manifestación, quedando maravillado por algo único en el mundo, y así decide impulsarlo, apoyando a artistas y creando reales fábricas que contribuyen a enriquecer este mundo ficticio.
Al heredar el reino de España y regresar a Madrid trae un magnífico nacimiento de Nápoles que llega a superar las seis mil piezas y que se denomina el Belén del Príncipe y que todos los años exhibe en Palacio, para disfrute de los madrileños.
Este rey refinado e ilustrado trae consigo un amplio elenco de artistas de primera clase, entre los que se encuentra Nicolás Salzillo, padre de Francisco Salzillo, que transforma y adapta la tradición napolitana del belén.
Las figuras que forman el belén Napolitano se componen de cabeza, manos y pies modelados en terracota, que son acopladas a un cuerpo de estopa y alambre totalmente articulado, lo que le permite total movilidad y realismo. Los vestidos y los complementos hacen el resto, para crear un ambiente bullicioso y amontonado (es el barroco, el horror a los espacios vacíos), en el que se pueden ver objetos de plata, cristal, carey, marfil, perlas y, sobre todo, el realismo de los alimentos de cera, casi reales.
Es un viaje en el tiempo, lleno de anacronismos y que nos hace perder la noción de cuándo y dónde estamos…